Al
igual que los hidratos de carbono, los lípidos
también están compuestos por átomos de carbono, hidrógeno y de oxígeno, pero
formando moléculas más complejas que los glúcidos o carbohidratos y que,
además, no se disuelven en agua. Uno de los tipos de lípidos más simples son
los triglicéridos,
cuya función es almacenar energía tanto en animales como en vegetales.
En los animales suelen ser compuestos sólidos, conocidos como grasas o cebos, y
en los vegetales suelen ser líquidos y reciben el nombre de aceites (por
ejemplo de maíz, de girasol, de oliva, de maní).
Al
desarmarse una molécula de triglicéridos en las unidades que la componen, la
glicerina y tres ácidos grasos, se libera más del doble de las calorías que al
romperse una molécula de glucosa; pero su utilización es más lenta. Cuando se descompone un triglicérido,
las unidades que lo forman pueden transformarse en un derivado de la glucosa
utilizado en la obtención de energía. Por ese motivo, los lípidos actúan como
reserva energética.
Los
triglicéridos se acumulan en tejidos debajo de la piel, razón por la cual son
aislantes térmicos y también pueden depositarse alrededor de algunos órganos,
como el corazón, protegiéndolos de golpes. Otros lípidos, llamados fosfolípidos, forman parte de las
estructura de las membranas celulares.
En el organismo humano
encontramos también otro tipo de lípidos llamados ceras, que forman capas
impermeables como la que protege el conducto auditivo.
El colesterol es un lípido, pertenece al grupo de los lípidos
conocidos como esteroides. Sus
funciones son muy importantes en el organismo humano ya que es parte de las
membranas celulares, de las cubiertas de las fibras nerviosas y a partir de él
se forman, por ejemplo, hormonas sexuales esteroides – son sustancias producidas por los órganos sexuales y transportadas por
la sangre, que regulan las características sexuales de los individuos y su
fertilidad- y ácidos biliares (componentes de la bilis que colaboran en la
digestión de las grasas).
Nuestro cuerpo forma el
colesterol necesario para todas esas funciones a partir de otros lípidos, pero
también podemos incorporarlo al ingerir alimentos ricos en colesterol, como las
carnes rojas, la manteca, la crema, el queso para rallar, la yema de huevo, el
fiambre o embutidos. Si hay exceso de colesterol en el organismo, éste puede
depositarse en las paredes de las arterias, produciendo el endurecimiento de
ellas, es decir, la enfermedad llamada arterioesclerosis.
Las arterias afectadas por este problema pierden elasticidad, por lo que se
dificulta la circulación de la sangre. Por ese motivo es conveniente limitar el
consumo de lípidos de origen animal.
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