domingo, 24 de septiembre de 2017

LOS NUTRIENTES INORGÁNICOS: Los minerales

    Los minerales son nutrientes inorgánicos y, por lo tanto, no tienen valor energético para el organismo. Los incorporamos tanto con los alimentos que ingerimos como disueltos en el agua que bebemos. Su presencia en pequeñas cantidades es indispensable para la regulación de diferentes funciones y para la formación de diversas estructuras.

    Gran parte de los minerales se encuentra disuelta en forma de iones (partículas con carga eléctrica) en los diversos líquidos corporales, inclusive en el que está dentro de las células. La concentración de estos minerales en los líquidos puede variar, lo que provoca un movimiento de agua a través de las membranas celulares. Es por eso que se dice que los minerales contribuyen al mantenimiento del equilibrio de líquidos del organismo. Son responsables de esta función los iones de cloro (Cl-), de sodio (Na+) y de potasio (K+). Los dos últimos, además, intervienen en la conducción del impulso nervioso y en el funcionamiento del corazón.

    El calcio (Ca) también interviene en la regulación de la entrada y la salida de sustancias de la célula, además es necesario, junto con el fósforo (P) y el magnesio (Mg), para la formación y desarrollo de los huesos y dientes y para el funcionamiento del sistemas nervioso y la contracción muscular. Es indispensable, también, para que la sangre coagule y cicatricen las heridas. La alimentación rica en leche, huevos, cereales, vegetales de hojas verdes y legumbres aporta los requerimientos diarios de estos minerales.
Leche

Huevos

Lechuga

Legumbres


    









El hierro (Fe) se encuentra dentro de los glóbulos rojos de la sangre formando parte de las moléculas de hemoglobina. Estas permiten el transporte de oxígeno desde los pulmones hasta cada célula. Además, el hierro que incorporamos cuando consumimos hígado, la carne, espinaca, frutas y las legumbres interviene en el proceso de respiración celular.

    El cobre (Cu) también contribuye con el proceso de la formación de la hemoglobina, y está presente en los huevos, el pescado, la espinaca y el hígado. Este último además, nos aporta otro mineral, el cobalto (Co), necesario para el crecimiento, el buen estado de la piel y la formación de las células sanguíneas. También son fuente de cobalto los mariscos.

Mariscos


    Cuando los alimentos o el agua que se ingieren no aportan la cantidad y la calidad de minerales adecuadas o el organismo no puede asimilarlos, resulta necesario un aporte extra. Por ejemplo, en algunas regiones donde las sales utilizadas no provienen del agua de mar, se requiere un suministro complementario de yodo (I), y en zonas donde el agua potable no contiene suficiente flúor (F), se administra un refuerzo de éste. El flúor es imprescindible para prevenir caries dentales y el yodo para evitar el bocio, enfermedad que consiste en el mal funcionamiento de la glándula tiroides, órgano que regula las actividades celulares.

LOS NUTRIENTES INORGÁNICOS: El agua

    El componente más abundante de los organismos vivos es el agua. Una persona de 70 kg de masa corporal tienen alrededor de 45 kg de agua, es decir que el 65% de su cuerpo es agua. Por ese motivo, esta sustancia es también un componente de suma importancia en la dieta humana.
    
    El agua disuelve casi toda las sustancias que llegan a las células y las que desde ellas se eliminan. Por eso, la sangre, que contiene un gran porcentaje de agua, es un eficaz medio de transporte de todo lo que va y viene hacia y desde las células. Del mismo modo, el agua del interior de las células permite que se realicen todas las reacciones químicas que constituyen la vida celular. Además, este líquido interviene en los mecanismos que permiten mantener constante la temperatura interna de nuestro cuerpo, gracias a que tiene la capacidad de absorber el calor que eliminan las células como producto de su incesante trabajo.

    La cantidad total de agua en un individuo se mantiene constante debido a que las pérdidas de se compensan con el ingreso. A diario incorporamos, aproximadamente, 750 ml de agua con los alimentos sólidos y 1.500 ml en forma de bebidas. Además, alrededor de 200 ml se producen en distintas reacciones químicas celulares. Estas cantidades permiten reponer los 1.500 ml que perdemos diariamente con la orina, los 100 ml que se eliminan con el sudor, los 200 ml que forman parte de la materia fecal y los 600 ml que se pierden aproximadamente a través de las vías respiratorias y de la piel. Por la vía respiratoria sale vapor de agua mezclado con el aire que eliminamos, mientras que la piel, a través de su amplia superficie, ofrece otras notoria vía de salida de agua, que no percibimos pero que ocurre constantemente.

    Debido a las funciones que cumple el agua en el organismo, si su eliminación es mucho mayor que su ingreso, la subsistencia de la persona en peligro. Sin embargo, ante situaciones que implican pérdidas importantes de agua, como en un ejercicio interno, en el organismo se activan mecanismos que permiten retenerla o repararla. Por ejemplo, se elimina menos agua por la orina y se tiene sed: una señal que nos lleva a beber. 

Texto extraído de Ciencias Naturales y Tecnología 8 EGB
Editorial AIQUE